Virgen de la Amargua


Nuestra Señora la Virgen de la Amargura.


Es una escultura de candelero que llega a Güímar en 1965, obra del escultor orotavense Ezequiel de León al objeto de contar con una segunda representación mariana para la Semana Santa Güimarera. Se venera en la parroquia de Santo Domingo de Guzmán y representa el dolor de la Madre ante los padecimientos de su Hijo aún vivo. En concreto se trata de la cuarta angustia, es decir, el dolor que sufrió la Virgen en la calle de la Amargura ante la visión de su Hijo cargando la cruz.

En su pecho luce un corazón plateado con siete puñales alusivos a los siete dolores que padeció la Madre del Redentor y en sus manos porta un pañuelo. Vestida con una túnica roja, manto azul y toca blanca la cual procesiona el Martes y Viernes Santo.


La Virgen de La Amargura  llegó a Güímar en 1965 por iniciativa de Elpidio Armas Castro, mayordomo hasta el año 2013 y de muchos devotos, que con tanto sacrificio, recaudaron para poderla adquirir. En ese momento, nuestro municipio contaba con una Dolorosa, que como señala la tradición se presentaba abatida por la muerte de Cristo, vestida de negro y con un puñal clavado en el pecho. Esta nueva representación mariana enriquecía la Semana Santa Güímarera porque representaba otro momento trágico de la pasión: la madre afligida por la noticia de la sentencia de muerte en cruz de Cristo camina hacia el calvario. En ella, su expresión, el movimiento de sus manos, el color de su ropa, el corazón con los siete puñales en su pecho, hablan del dolor que soportó María al saber que se acercaba la hora del sacrificio de su hijo.

Sobre su origen se han expuesto varias hipótesis pero está demostrado que fue realizada por el escultor orotavense Ezequiel de León Domínguez. Además en el pecho de la imagen aparece una inscripción que así lo confirma.
 Es una imagen de vestir. Solo tiene la cabeza y las manos talladas en madera de cedro y policromadas. El candelero fue retocado en varias ocasiones. Primero por el propio escultor Ezequiel de León, que llegó a hacer de madera también el tronco y recientemente, en el año 2014, la armadura de varillas fue reemplazada por una completa de madera.

María se nos presenta alta, esbelta, joven y con el cabello recogido hacia atrás. Inclina la cabeza hacia abajo. Su rostro, con las cejas ligeramente enarcadas y la boca entreabierta, expresan un dolor contenido, a pesar de las gotas de lágrimas que salen de sus ojos policromados. Delicadeza y clasicismo se observan también en sus manos suplicantes.
Su indumentaria respeta los colores marianos: rojo para la túnica y azul para el manto. Rojo carmesí como símbolo de la Pasión y muerte del Señor y azul alusivo a la pureza de María. En su pecho luce un corazón plateado con los siete puñales, que simbolizan los siete dolores de María, desde que Simeón en la presentación del niño en templo anunciara a La Virgen que una espada atravesaría su corazón, hasta la muerte de Cristo. Esta iconografía representa concretamente el cuarto dolor, el que La Virgen padeció en la calle de La Amargura ante la visión de su Hijo cargando la cruz.Desde un primer momento la imagen procesionaba con una cofradía de señoritas de mantilla blanca y con valiosos enseres. Entre éstos recordamos la corona plateada rodeada de doce estrellas que fue adquirida en el taller de Santa Rufina de Madrid; el bordado del gran manto azul con el escudo de Güímar, también realizado en la capital de España; la túnica en terciopelo con bordados en oro y la toca con encaje confeccionados por Manuel Acosta González. Los archivos fotográficos nos muestran a La Virgen acompañada de tres ángeles que portaban en sus manos un rosario de campanillas compuesto por quince estaciones, obra del orfebre lagunero Agustín Guerra, quién también elaboró el encaje del metal plateado del trono y la media luna. 

Desde hace unas décadas ese valioso patrimonio se halla desaparecido. A raíz de ello, y al objeto de paliar estas carencias, el paso llegó a procesionar con objetos ofrecidos por distintos mayordomos y camareras. Esta lamentable situación animó a la juventud de la parroquia, alentada por el sacerdote Jesús León Cáceres, a trabajar para recuperar el esplendor de dicho trono. En 1995, los jóvenes se constituyeron en Cofradía de Penitentes. Vestían con los mismos colores que la Virgen, es decir, túnica roja y capuchón azul, y portaban unos farolillos de elaboración propia. Estos cofrades, con voluntad y trabajo, han organizado diferentes actividades para conseguir los fondos necesarios para adquirir el reciente patrimonio de la imagen.

Así su inventario se completa con una diadema plateada, un corazón de siete puñales plateados y una media luna plateada, orfebrería comparada en Sevilla. Asimismo dispone de tres trajes (dos de terciopelo y un tercero, más reciente de seda brocada). Además se añade: un manto, toca de malla con alambre plateado, tres mantillas, dos cordones, dos fajines, un bastón de mando hecho por el ebanista Vicente Barrera Reverón, dos ángeles para el trono donados por Jaime Estévez y Enrique García, incensario, champaneras y la estructura del trono de ruedas que pertenecía al Cristo de San Juan y que fue restaurado para servir a este fin. 

Como curiosidad, hacia 1965, con motivo de la restauración de la iglesia de Santo Domingo, la Virgen de la Amargura se llevó a la Capilla del cementerio, donde permaneció hasta finalizar las obras del templo parroquial.
Antiguamente procesionaba acompañada con una cofradía de señoritas de mantilla blanca y fue en 1995 cuando se creó la cofradía de penitentes de Nuestra Señora de la Amargura vistiendo con los mismos colores que la imagen y portando en sus manos faroles.



Ficha Técnica                                                          



Autor:Ezequiel de León
Año:1965
Salida Procesional: Martes y Viernes Santo
Sede: Parroquia de Santo Domingo de Guzmán
Medidas: 1.55cm,40cm

Restauracion: Candelero 2014 











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